por Natalia Ruiz de Olalla / 5 minutos y medio de lectura
En la primera parte del artículo, te comentaba algunas pautas que se podrían seguir ante la desaparición de un animal.
También, te decía que los motivos por los que desaparecen los animales son muy variados.
Uno de ellos, y poco conocido, es la “desaparición voluntaria”. Es un motivo sorprendente y que puede resultar extraño, pero suceder, sucede.
Comunicación Animal y Transformación Humana
La historia que te voy a contar es un caso real de una “desaparición voluntaria”.
Presta mucha atención porque tu manera de ver a los animales va a cambiar.
Si no te resistes, algo se transformará en ti para bien y para siempre.
Espero que te hayas preparado para lo que viene a continuación, así que, si prefieres que tu vida siga como hasta ahora, te aconsejo que no sigas leyendo.
En busca de la gata perdida
Un día de verano, al encender el teléfono me encontré con un montón de llamadas perdidas y varios mensajes en el WhatsApp, todos del mismo número.
Susana me pedía ayuda porque su gata Fiona llevaba desaparecida varios días y estaba desesperada.
Le llamé en cuanto pude y en seguida, me puse a trabajar con mis herramientas de comunicadora animal.
A lo Indiana Jones: “Solo quiero vivir aventuras”
Desde el primer momento, Fiona transmitió que se encontraba bien, que estaría así una temporada y que ya decidiría más adelante si volvía o no.
“Estad tranquilas y no os sintáis culpables. Esa puerta no se abrió por un descuido. Se abrió porque llegó mi momento de partir”.
Contaba que hacía tiempo que quería explorar el mundo, irse de aventuras a lo Indiana Jones y si no hubiera sido ese día, habría sido otro, pero irse, se habría ido.
Su libertad, una dura lección
Fiona sabía que iba a ser una lección muy dura e importante para Susana y su familia, pero no había otra manera. Ya tenían todos los recursos necesarios para salir adelante. Les tocaba aprender a soltarla.
La gata sabía todo lo que le amaban, al igual que ella les amaba, pero su momento de partir había llegado. Su alma le pedía libertad.
“Sé que no podéis comprenderlo ahora, pero ya lo haréis más adelante”.
Me transmitió su imagen caminando por la calle, alejándose de la casa, sabiendo muy bien que se iba y sintiéndose feliz por ello.
Crecimiento humano: soltar y confiar
Cuando se lo conté a Susana, no pareció sorprenderse demasiado. Comentó que, últimamente, cuando entraba en casa, tenía que bloquearle la puerta de salida porque Fiona quería irse. Algo que le extrañaba mucho porque nunca lo había hecho.
Al saber que se encontraba bien, su angustia y ansiedad disminuyeron y comenzó a enfocar su desaparición desde otro punto de vista.
Empezó a ver a Fiona como un ser fuerte e independiente, con sus pensamientos y decisiones propias, y no como un animal dependiente y sin criterio.
Mientras, la gata Fiona les decía que le siguieran buscando, pero con una energía de calma y no desde la desesperación.
Les decía que estuvieran tranquilas, que era una oportunidad para un gran crecimiento.
Su búsqueda continuó, pero ahora, la actitud y el estado interno de sus humanas eran diferentes.
No querían controlar la situación ni el resultado, ni tampoco proyectaban pensamientos ni emociones distorsionadas. Soltaban y confiaban. Todo eso les ayudaba a sentirse más en paz.
Siguieron buscándole. Día tras día recorrían la ciudad de arriba a abajo poniendo carteles y hablando con la gente.
Contactaron con asociaciones de gatos de la zona y las alimentadoras de las colonias de gatos también le buscaban.
Fiona seguía sin aparecer.
Algunas personas le llamaban diciendo que la habían visto en un lugar. Iban a la zona, pero cuando llegaban allí ya no había rastro de ninguna gata. Y así, día tras día.
Buscando a Fiona y entregando la búsqueda
A pesar de que pasaban los días y seguía sin aparecer, Susana y su familia se sentían más tranquilas. Iban asimilando la nueva situación y a la vez, continuaban buscándole sin descanso.
Cada vez que se le preguntaba a la gata si quería volver, decía que aún no lo había decidido y que le siguieran buscando. Sin embargo, en la última comunicación dijo:
“Ahora, es una elección vuestra. Si continuáis buscándome, la probabilidad de que aparezca aumenta”.
Susana y su familia querían que volviera y siguieron buscándole sin descanso, pero si la gata decidía lo contrario, lo aceptarían.
Un buen día, recibieron una llamada avisándoles de que habían visto una gata parecida escondida en una tubería grande cerca de su casa.
Susana fue rápidamente. Se sentó en las escaleras que daban a la tubería, puso una latita de comida y le llamó.
Un par de ojos luminosos se movieron en el interior y se acercaron hasta la latita.
Susana le empezó a hablar y a acariciar como si no hubiera pasado el tiempo.
Cuando Fiona terminó de comer, Susana la envolvió con una mantita y se la llevó en brazos hasta casa.
Al cerrar la puerta de la casa, Fiona, que no maullaba nunca, empezó a maullar gritando:
“¡Adiós, libertad!”.
La moraleja desde la Comunicación Animal
Evidentemente, no todas las desapariciones suceden ni finalizan así. Ya te comenté que las causas y las situaciones son muy variadas.
En este caso, la transformación humana de Susana y su familia en la forma de mirar a su gata Fiona, les ayudó a llevar su desaparición con mayor calma.
Soltaron y confiaron.
Respetaron tanto su deseo de que Fiona volviera con ellas, como el deseo de aventura de Fiona y no dejaron de actuar en los momentos necesarios.
Nunca se sabe cuándo se puede dar la magia, por eso, tu actitud es muy importante. Ser coherente contigo mismo/a, controlar tus pensamientos y respetar tus emociones, te ayuda a que puedas crecer en las adversidades de la vida.
Si en algún momento —ojalá que nunca suceda—, uno de tus animales decide irse, no dudes en consultar con un/a comunicador/a animal, seguro que te ayuda a vivir la situación de una manera muy diferente.