Bhagavan Sri Ramana Maharshi y los animales

Bhagavan Sri Ramana Maharshi y los animales

por Natalia Ruiz de Olalla / 5 minutos y medio de lectura


Bhagavan Sri Ramana Maharshi (1879-1950) fue un maestro espiritual indio de la más pura tradición Advaita Vedanta. Los más ortodoxos lo consideran el último gurú verdadero o maestro realizado de la India, y el último gran maestro del Vedanta.  

En 1896, con 17 años, tuvo una intensa experiencia en la que observó su muerte física, la cual le llevó a la identificación con el Ser (Atman) y a su autorrealización, estado en el que permaneció hasta el día de su muerte. 

Al poco tiempo, se fue a vivir a la montaña sagrada de Arunachala, en el sur de la India, uno de los centros sagrados del Shivaísmo. Ramana Maharshi se sentía irresistiblemente conectado a esa montaña, la consideraba el centro espiritual de La Tierra y fue el símbolo de su enseñanza por el Silencio. 

Enseguida empezó a tener seguidores y al cabo de unos años, construyeron un ashram donde Ramana recibía a todo aquel que quisiera acercarse. Le visitaron personas de todo el mundo y de cualquier estrato social, cultural y religioso. 

Sus seguidores decían que el Silencio de su presencia era transformador, sus mentes se apaciguaban y con su mirada llegaban al samadhi (cuando la conciencia individual se funde con el Espíritu Cósmico).

Gandhi decía de él: “Si quieres tener paz, ve y permanece unos días en presencia de Ramana Maharshi. No hace falta que hables ni que le hagas preguntas.” 


Todo lo que hay es una única Realidad

Fue un gran amante de los animales, siempre los cuidó y protegió. Todos los animales se mostraban tranquilos y en paz en su presencia, hasta las cobras. Trataba por igual a los insectos, los humanos y los pájaros. 

Solía decir: «No sabemos qué almas pueden habitar esos cuerpos ni para completar qué parte de su karma buscan nuestra compañía». 

Tras ese especial amor a los animales estaba su experiencia vital de que todos somos parte del cuerpo divino. Todo lo que hay es una única Realidad. La Vida es Sagrada para todos y en todas sus formas: ríos, árboles, nubes, animales, montañas, humanos… en todos los aspectos de la naturaleza.


Amor y respeto a los animales… 

Enseñó un gran respeto hacia los animales. Alimentaba con la misma comida a las personas y a los animales.

En el ashram vivían cuatro perros que solo aceptaban la comida que les daba Bhagavan. A veces, algunos discípulos hacían la prueba de ofrecérsela ellos, pero los perros no la comían.

Los monos también se acercaban a diario al ashram para ser alimentados. Allí convivían con pavos reales, cabras, mangostas, ardillas y hasta serpientes.

Cuentan que en una ocasión, una cobra se quedó dormida en su regazo y Ramana esperó hasta que la cobra se despertó y se marchó para poder levantarse.


… y a las plantas

Un día, un trabajador del ashram estaba podando un almendro. Ramana le observaba y le dijo: “¿No te das cuentas de que estás torturando demasiado al árbol? ¿No sabes que está vivo? Es posible que tu pelo no tenga vida, pero imagina qué te sucedería si yo empezara a tirar de él. Mejor deja en paz al árbol y vete”.  


Ramana Maharshi y la Comunicación Animal 

Bhagavan comprendía el lenguaje silencioso de los animales. Había un pavo real en el ashram que le seguía a todas partes. Un día entró una cobra negra, el pavo real le atacó y la cobra se dispuso a pelear. Entonces, Ramana le dijo a la cobra: “¿Por qué has venido? El pavo real te matará. Es mejor que te vayas”. Y la cobra se fue.

Dos de sus discípulos cuentan que una vez, volviendo de dar una vuelta por el ashram escucharon en voz alta: “¡Eh, tú, chico malo!”; mientras se agitaban diferentes plantas en el jardín de la cocina. Cuando se acercaron, vieron sentados juntos a una pequeña cabra, una ardilla, un monito y a Ramana Maharshi. Éste tenía en su mano izquierda un paquete de frutos secos y con su mano derecha iba dando uno a cada uno por turnos, incluido él mismo. Ramana había reñido al mono porque quería el fruto seco que le correspondía a la ardilla. Parecía que los cuatro se estaban divirtiendo mucho por cómo se miraban y cómo fluía la complicidad entre ellos. 
Los dos discípulos quedaron profundamente conmovidos por la escena que observaban. Cuando se terminaron los frutos secos, Ramana tiró el paquete y les dijo: “¡Váyanse, chicos!” y cada animal se fue por su camino.

Ramana solía pasar tiempo con los monos que se acercaban al ashram para visitarle y ser alimentados. Decía que los monos eran bastante felices. Conocía algo de su organización, sus leyes, normas y reyes. Consideraba que lo tenían todo muy bien organizado y de una forma muy inteligente. Se refería a uno de ellos como su líder y elogiaba sus cualidades de mente y corazón. Le solía ofrecer la comida de su mano y él la tomaba para sorpresa de sus discípulos. 
Decía que los monos eran los dueños de la tierra en la que estaban, ya que fue su hábitat natural durante siglos antes de que llegaran allí los humanos.


Almas variopintas en cuerpos de animales

Cuentan que una noche de luna llena, un grupo de devotos cantaba los vedas por el camino hacia Arunachala cuando vieron un leopardo en mitad del camino mirándoles. Se quedaron todos callados y paralizados hasta que el leopardo desapareció. Al llegar al ashram se lo contaron a Ramana y éste les dijo: “No había ninguna razón para tener miedo. El leopardo era un sabio que bajó de las montañas para escucharos cantar los Vedas. Se fue muy disgustado porque dejasteis de cantar por el susto de verle. ¿Por qué tuvisteis miedo?

En otra ocasión, Ramana estaba sentado con sus discípulos cuando un cuervo herido voló a gran velocidad y cayó a sus pies. Lo recogió y lo acarició suavemente. El cuervo murió en sus manos y dijo: “Un siddha purusha  (alguien que ha trascendido el mundo material y ha alcanzado su unión con Dios) dejó su cuerpo hoy”. Y dio instrucciones para que su cuerpo fuera enterrado en el ashram.

Bhagavan les contó a sus discípulos que a veces, algunas personas se reencarnaban en animales solo para estar cerca de él.


Los animales son seres espirituales

La espiritualidad no es exclusiva de la especie humana. Ramana Maharshi decía que tanto las personas como los animales podían autorrealizarse o alcanzar la iluminación.

Solía decir que los monos eran mejores que los humanos en muchos aspectos. Observó que hacían unas prácticas espirituales llamadas “tapas”, un elemento del camino espiritual que se menciona en los Vedas y los Upanishads. Consiste en una variedad de austeras prácticas de meditación que se hacen en soledad e incluyen ascetismo, limpieza interior y autodisciplina, las cuales llevan a la liberación del Ser.


Samadhi y animales autorrealizados

Observó que había animales más evolucionados espiritualmente que muchos humanos. Decía que cada criatura es una manifestación del Ser Supremo y que todos pueden progresar hasta alcanzar la liberación total.

Tanto las ardillas como los pájaros construían sus nidos cerca de donde Ramana Maharshi solía estar. Procuraba tener mucho cuidado cuando se sentaba porque, en alguna ocasión, sin querer se había sentado encima de alguna ardilla, haciendo que ésta alcanzara el samadhi sin pretenderlo.

Su discípula más devota fue la vaca Lakshmi a la que Ramana llamaba “Madre”. Vivió 20 años en el ashram. Cuando estaba moribunda, Ramana se acercó a ella y le preguntó: “Madre, ¿quieres que esté contigo?” Le acarició, le puso las manos en su corazón y al comprobar que lo tenía centrado y puro en Dios, la dejó tranquila. Entonces, el espíritu de Lakshmi abandonó su cuerpo. 
Fue enterrada en el ashram en medio de una ceremonia solemne. En la India solo se entierra a los santos. En su tumba hay un epitafio de Ramana Maharshi que da fe de que Laskhmi logró la liberación aquel día. 

Ramana reconocía tanto la madurez como la inmadurez espiritual en las personas y en los animales. 

Un día, su madre le preguntó: “¿Por qué a ese perro le gusta estar tanto en tu regazo?” A lo que Ramana contestó: “Este perro está siempre en un samadhi inquebrantable, una gran alma ha llegado en forma de perro

En otra ocasión, le llevaron un par de pavos reales. Los soltaron delante de él y los pavos se fueron volando al otro extremo. Se los trajeron de vuelta en un par de ocasiones, pero los pavos siempre se alejaban de él. A lo que Ramana dijo: “No sirve de nada tratar de mantenerlos aquí, aún sus mentes no están maduras como las de los cuatro perros”.


Sus últimas palabras

Dicen que sus últimas palabras antes de dejar su cuerpo fueron: “¿Alguien ha alimentado ya al pavo real?” tras oírle chillar con insistencia.

Bhagavan Sri Ramana Maharshi nos mostró que dentro de los corazones de todas las criaturas existe una belleza incomparable y una realidad indestructible. Daba mucha importancia a una vida de alegría y paz, y tenía mucho sentido del humor. El cuerpo muere, pero lo que tú eres permanece. La Vida es Sagrada. La espiritualidad impregna la vida cotidiana en cualquiera de sus formas. Todos los seres vivos: personas, animales, plantas... son espirituales.

En todos estos años como comunicadora animal, he aprendido muchas cosas sobre los animales y entre ellas, lo que Ramana Maharshi vivía en su día a día con ellos: somos lo mismo.

Cada vez que tengo el honor y el privilegio de comunicar con un animal, mi corazón se expande, mi alma se engrandece, un profundo amor, respeto y agradecimiento me invaden, y esa comunicación silenciosa empieza a fluir. 

Cuando miro a los ojos de un animal solo puedo decir: “Yo soy tú”. 

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